María, Madre del Redentor, implora para nosotros el
don de la paz de Cristo.
Tú diste a luz al Salvador del mundo, enviado a
anunciar la Paz a los cercanos y lejanos y a reunir a los hombres
de toda raza y estirpe en una sola familia.
Escucha las súplicas de tus hijos, por los pueblos que sufren,
haz que pronto claree para ellos el alba de la Paz y de la
vida nueva.
Virgen de la Soledad, acuérdate de cuantos son víctimas de la guerra,
haz que se unan a los sufrimientos de Cristo, tu Hijo, ayúdales a seguirlo por
el camino del Calvario, para descubrir en la Cruz el secreto de la vida nueva,
no ya sujeta a la muerte.
Habla a los corazones de los responsables de la suerte de los pueblos,
que trabajen por una paz duradera y benéfica.
Virgen gloriosa de la Soledad, Reina de la Paz, reaviva en todos los
hombres la Esperanza del encuentro feliz con Dios,
Señor de la Paz y de la Vida, Padre de todos.
Amén.
¡Nuestra Señora de la Soledad, intercede por nosotros!
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